El que mucho abarca, poco aprieta.
A continuación, se expone una síntesis de tres columnas de opinión
publicadas en distintos medios virtuales, respecto de la educación y la lectura
en Chile. Posteriormente, expongo mi opinión respecto de estas y sugiero una
columna de Mario Waissbluth, director de Educación 2020, que permite
profundizar en el tema.
En la primera columna, Catalina Estéves -historiadora e integrante
de la organización Educación 2020- expone sus impresiones respecto de la
implementación del ranking de notas en enseñanza media al proceso de selección
para ingreso a las universidades en Chile. Defiende la medida afirmando que
permitió que estudiantes con méritos académicos y bajos recursos ingresaran a
universidades prestigiosas y tradicionales, pero afirma que es preciso que la
totalidad de la oferta universitaria se adscriba a esta medida para que alcance
real éxito. Luego, destaca la importancia de la educación inicial como una
oportunidad para disminuir las diferencias en los aprendizajes que desarrollan
niños pertenecientes a distintos estratos de la sociedad.
La segunda columna, escrita por Mauricio Electorat para el
Mercurio, compara la actual sociedad chilena con la retratada por Voltaire en
1759 con su personaje Cándido. Así, el autor critica las bajas tasas de lectura
en Chile, las que no son un impedimento para que este sea considerado un país
que está ad portas de convertirse en "desarrollado".
Por último, a través de una columna en El
Mostrador, la educadora de profesión María Victoria Peralta hace referencia al
escenario actual de la educación inicial
en Chile, criticando que esta mantenga aún un rol asistencialista, frente a
tasas de cobertura que están alcanzando niveles ideales. Para la autora, es
preciso que la sociedad en su conjunto, modifique sus pretensiones respecto de
esta, con el fin de que cada centro educativo proporcione educación de calidad
a las niños y niños que atienda.
En las tres columnas presentadas se observa una crítica en
particular, la cual dice relación con la concepción que se tiene, a nivel de
sociedad, respecto de la educación. Esta es –lamentablemente- un bien que muta
según el grupo de interés que lo regule y a mi juicio, se le atribuye a esta un
rol de movilidad social que no es capaz de proporcionar, debido al estado
paupérrimo en el que se encuentra en cuanto a calidad e igualdad. Las
posibilidades de acceder a una buena educación inicial, a una buena
universidad; y a un ambiente letrado de disfrute de la lectura, se modifican
drásticamente dependiendo del sector de la sociedad en el que el sujeto se
encuentra inserto, o “encerrado”, según sea el caso.
Otro aspecto que sustenta la tesis presentada es el exceso de
contenido que cada año tanto docentes como estudiantes deben trabajar. Tal como
postula Mario Waissbluth en su columna “Poda curricular”, existe una evidente
intención de abarcar gran volumen de contenidos tales como fechas, formulas,
nombres, entre otros, y ninguna real intención de que las y los estudiantes
logren desarrollar habilidades para toda la vida, las mismas habilidades que
Peralta afirma, deben ser propiciadas desde el Jardín Infantil.
El caso chileno ilustra perfectamente el dicho “El que mucho
abarca, poco aprieta”, lo que se está traduciendo en el desperdicio de una
docena de años de vida en un sistema que reproduce un circulo vicioso de oferta
y demanda de un bien de mala calidad. Las escuelas y sus docentes no alcanzan a
cubrir la totalidad de los contenidos establecidos en el curriculum oficial. No
obstante, este es evaluado a través de pruebas estandarizadas que miden el
cumplimiento del 100%. Como si esto no bastara, las escuelas de menos recursos
deben luchar contra dificultades de diversa índole que les impiden alcanzar
puntajes aceptables, dejando de recibir así los incentivos económicos que son
tan necesarios para la escuela.
Paradójicamente, cada cambio de mando trae inevitablemente la
publicación de nuevos documentos curriculares -que debido a la complejización del
conocimiento en la sociedad- están cada vez más atochados de contenido. Por
tanto, es posible predecir que prontamente directivos, docentes y estudiantes
estarán enfrentando un nuevo desafío para lograr una salida airosa de lo que en
Chile se denomina “educación”, la cual está enfocada en la memorización de datos y no en el desarrollo de habilidades, representación de lo que la sociedad considera, es el fin de la educación.
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